miércoles, 25 de mayo de 2016

La salsa en el mundo está viva, gracias a Colombia: Charlie Aponte

Feliz y orgulloso de conocer el Museo Jairo Varela, se declaró Charlie Aponte durante la visita que el inolvidable cantante del Gran Combo de Puerto Rico hiciera al santuario de la salsa en Cali, atendiendo la invitación que gentilmente le hicieran Álvaro Gómez y Umberto Valverde.

Con su vitalidad, jovialidad y simpatía irradió el recinto que lo recibió con música de fondo. Oír los acordes de Cali Pachanguero le erizó la piel. Ver el traje y la peluca de Celia Cruz le encharcó los ojos. Y apreciar las miles de imágenes, donaciones de artistas, recuerdos inolvidables de Jairo Varela con el Grupo Niche y demás elementos que hacen grande al museo, lo obligaron a hacer una pausa, cogerse la cabeza con las dos manos y expresar: “La salsa en el mundo está viva gracias a Cali”.

Palabras que no fueron un cumplido. Salieron del corazón de un hombre sensible, tan sensible, que decidió abandonar la orquesta que lo acogió durante 41 años para poder disfrutar del calor de su hogar, su esposa y sus cuatro hijos. Y fue Lucas, el menor de ellos (17 años), el que le tocó la fibra cuando le dijo a su mamá: “Mira… en la puerta hay un señor que quiere entrar”. “Oye… ese es tu papá…” le respondió su madre.

De inmediato se fundieron en un abrazo y ambos -con lágrimas en los ojos- decidieron crear una “Nueva historia” título de su álbum que ya sacó como solista y “Para festejar” juntos, título de la canción que abre el repertorio.

Y no es que Charlie sea un padre irresponsable. Ni mucho menos. No había podido compartir en familia porque de los 41 años que estuvo como vocalista del Gran Combo, durante 39 no tuvo vacaciones. Ingresó a la Universidad de la Salsa cuando contaba con 22 años, en reemplazo de Pellín Rodríguez para acompañar en tarima a Andy Montañez. Su primera gira lo trajo a Cali, ciudad donde hizo su primer baile en la caseta Tropicaña. Y su despedida también fue en Cali el 30 de diciembre de 2014, en el Living Concierto de la Feria en el Diamante de béisbol.

No fue coincidencia que Cali -la capital mundial de la salsa- fuera el debut, en 1973 y despedida, en el 2014, de un grande de la salsa como Carlos Juan Aponte Cruz, nacido un 2 de febrero de 1951 en Bayamón (Puerto Rico), para gloria del mundo.

Con la humildad que lo caracteriza, compartió mesa con Cristina Varela (la hija de Jairo); José Aguirre (director del Grupo Niche) y Umberto Valverde (escritor, cultor y promotor de la salsa en Cali). Sin titubear, Charlie aseguró: “El Grupo Niche le dio tanto prestigio a Colombia ante el mundo, como El Gran Combo se lo dio a Puerto Rico”.

Esas frases tocaron a Cristina, la hermosa morena hija de Jairo. Con la voz quebrada y lágrimas en los ojos, hizo un anuncio que conmocionó al nutrido auditorio que recibió a Charlie: “Juanito Murillo, en nombre de los percusionistas de Cali y Colombia, trae para el museo Jairo Varela un poster del “mago del timbal”, Douglas Guevara”. El sentimiento la dejó muda.

Juanito, timbalero del Grupo Niche, tomó la palabra y corroboró la noticia. El auditorio también quedó mudo: Douglas, el eterno pana y timbalero de Jairo Varela, había fallecido el pasado 30 de julio de 2015 al no soportar la anestesia para un trasplante de riñón. Y hoy, frente a Charlie Aponte, entraba a engrosar la galería de los grandes.

Charlie, cauto pero con ganas de soltar otra chiva, anunció que él también haría su aporte al museo con una de las piezas que se remontan a los orígenes del Gran Combo. Y ahí dejó la expectativa.

Los asistentes al museo se miraban entre sí. Los integrantes del Grupo Niche, cuchicheaban. Los Gemelos de la Salsa (antigua Alquimia) divagaban. El Asesor de la Alcaldía de Cali en lo concerniente a la vida nocturna, Alejandro Vásquez, juraba que sería la primera partitura de la orquesta. Los periodistas azuzaban para que diera una pista... Eso solo lo sabe Charlie. Y ojalá pronto lo sepa el mundo.

El tiempo pasaba y nadie se quería ir. Charlie posaba, se tomaba fotos, firmaba autógrafos, se abrazaba con todos. Cristina sollozaba, José se acicalaba la guayabera y Umberto -como buen anfitrión- iba y venía para que ninguno de los periodistas se quedara sin las impresiones de Charlie.

Todos, absolutamente todos, ovacionaron al maestro con un sonoro aplauso de despedida. Cristina volvió a llorar. Umberto a sonreír. Y todos, absolutamente todos, desearon que Charlie volviera a Cali… con el regalito en la mano.


William López Arango

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