sábado, 20 de diciembre de 2014

Nueva imagen para “Tite” Curet Alonso

La viveza de los colores, incluyendo el blanco de la camisa y el sombrero, regresó a la escultura de bronce del compositor Catalino “Tite” Curet Alonso ubicada en la Plaza de Armas del Viejo San Juan, luego de que la artista Luz Badillo la remozara el pasado fin de semana.


De este modo, la obra de esta escultora sanjuanera recuperó la apariencia que tenía cuando fue develada el 13 de marzo de 2011.

“La escultura originalmente tenía esos colores, pero con el paso de los años y por la acción de la gente de acariciarla se le fue. Ya estaba perdiendo el blanco, se veía amarillo. Y empezaba a verse sucia, en vez de gastada por el tiempo”, comentó Badillo este miércoles en entrevista con El Nuevo Día.

“Lo que hice fue preparar cera con pigmento de aceite y aplicarlo con fuego, y al final le puse cera transparente. Fue un proceso lento porque tuve que esperar a que se secara una cera para luego aplicar la otra capa”, explicó.

Su asistente Raymond González le ayudó en las tareas que se extendieron todo el sábado y el domingo, mientras en la ciudad amurallada se desarrollaban las actividades de la Campechada 2014.

El blanco original de la camisa y del característico sombrero de Tite se obtuvo por medio de ácidos, inmediatamente después de la fundición que ocurrió en México. Badillo optó por usar pigmentos esta vez porque repetir la técnica del ácido requería llevar la escultura a su taller para trabajar aislada.
Tite Curet
Antes y Después de la Restauración

Por otra parte, al banco donde está sentado Tite, que también es de bronce y tiene una paloma en el espaldar, “le sacamos los anclajes originales y le pusimos unos más largos que se agarraran bien al suelo con pegamento”.

“Esto lo hice luego de limpiarla, porque tuve que quitarle chicle y grafiti hecho con 'magic marker'”, precisó.

Esta es la primera gran restauración de la pieza, aunque la artista aclaró que anteriormente le ha removido escritos, la ha pulido y puesto cera. En el desgaste influye, además del tacto constante de la gente que posa para fotografías, el que la plaza se limpia con manguera a presión diariamente y que el árbol que le da sombra suelta una mancha que la pone amarilla.

“Esta es una pieza que hay que restaurar con más frecuencia. Como cada dos años va a haber que darle un cariño. Yo fui quien hizo la obra y es como mi bebé, y mientras yo tenga vida yo le daré cariño”, afirmó la antigua vecina del músico.

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